Reinas en un país sin nobleza


Por Jorge Loaiza

No tengo tiempo, paciencia, ni tacto para ver un evento tan relevante y lleno de mística como un Reinado Nacional de la Belleza. Pero cansado ya de hablar de las proezas del Rey San Alvarito Furibe Balas, pues cae bien refrescar un poco la pluma con temas más caricaturescos, como el de este mal circo de las lentejuelas, las siliconas, los cuerpos esculpidos en gimnasio y las repuestas agudísimas a preguntas igual de audaces.

De la versión 2008 de este cabaret de don Raimundo, quedan algunas cositas para destacar:

1. Parece que el creciente desinterés de las nuevas generaciones hacia este carnaval del artificio y el bisturí ha llevado a una disminución del bombardeo mediático alrededor de tal trivialidad. A excepción del canal oficial del Palacio de Narquiño, la información en otros medios fue mucho más puntual que en años anteriores y si uno tenía la suficiente prudencia, hasta podía marginarse de esta tonta historia de reinas que seguramente sólo serán coronadas por algún jefe paraco o un traqueto de turno.

2. Tristemente el paradigma publicístico sigue elaborando el mito patético de que el complemento ideal para la belleza es la estupidez. Todavía tengo una sonrisa en la cara tras ver (en repetición) el nudo que se hizo con la lengua la señorita Antioquia a la hora de responder por una frívola pregunta más... Al fin no me quedó claro si el hombre complementa al hombre, la mujer a la mujer, se completan entre los dos o si es necesario que se haga un swinger pa poder sentir placer completo. A lo sumo lo mejor es que un cura complemente a una monja o un personaje caribeño colombiano se complemente con una burra... pues, para que le ayude a cargar sus corotos cuando salga desplazado del valle del Río Sinú por las Águilas Negras, yo qué sé.

3. El gran drama nacional de los colombianos sigue siendo no querer ser colombianos... o al menos no querer parecernos a lo que somos. No es de extrañar que haya ganado una "niña" (estas pelmazas tienen todas edad adulta, pero se hacen llamar niñas) con apellidos que revelan su ascendencia europea. Una reina colombiana debería tener una figura estilo Marbelle (aunque el nombre también sea imitación de la extranja) o al menos mostrar una delicia criollita así de 1.70 de estatura cuando mucho y de seseo o cantadito al hablar.

4. Me intriga saber hasta cuando será la belleza un proyecto de vida para una mujer. Por qué no se despliega con la misma intensidad que se publicita este evento, una campaña para mostrar a las mujeres que salen adelante siendo cabezas de familia, madres solteras, que guerrean la vida en las calles o que le apuestan a formar un perfil desde la intelectualidad, el servicio comunitario, un proyecto de negocio o algo más meritorio que la capacidad de exhibirse y el acceso a una palanca que las acerque al mundillo de la farándula para vivir de papeles en novelas o portadas de Soho.

Propongo entonces un boicoteo eterno en adelante a este evento ya tan mandado a recoger. Bastante tenemos con nuestro circo futbolero y con las "bellezas" que vemos en nuestra realidad cotidiana como para tener que ver este desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzos en un certamen que lo único que le deja al país es las más patética muestra de nuestro absurdo cotidiano. Me quedo con mi reina de tetas naturales, de acento menos postizo y de respuestas más mesuradas a preguntas no tan absurdas. Pero igual, le agradezco a la carpa de Raimundo y compinches haberme dado motivo para algunas sonrisas esta mañana.

PD: Ah, qué ironía ver a los payaneses celebrando una corona tan improductiva mientras las Fuerzas Militares masacran a los indígenas a unos pocos kilómetros de ahí. Con razón después pueden salir a votar a Uribe y seguir consignando su platica en las ya ilegales pirámides... y ellos que tanto se rien a costillas de los pastusos... jajaja... Citicos!

0 comentarios: