De las Apuestas y otros DEMONIOS….


Por Diego Londoño

androide_paranoico4@hotmail.com
honestidad.brutal01@gmail.com


En el Diccionario de la Lengua Española, la definición de –Chance- “viene del la voz tomada del francés o del inglés chance, que significa ‘oportunidad’. En Colombia este término se emplea además para designar un tipo de lotería” . Para algunos, muy pocos, en comparación con la magnitud de personas que apuestan hoy en día, el chance sigue siendo una oportunidad de cumplir sus sueños, pagar sus deudas, hacer feliz a sus familias; para otros este tipo de juego se ha convertido en una obsesión que limita con lo enfermizo, desde fórmulas astutamente diseñadas para conseguir el número ganador, hasta personas que dicen tener los números ganadores a cambio de una cómoda bonificación.

“El Chance, tiene sus orígenes en el Departamento de Antioquia, hacia los años 60. Fue tal la aceptación del juego, que se extendió por todo el territorio nacional y el Congreso de la República lo aprobó mediante la Ley de 1982, esta Ley ha sido modificada reglamentando y fijando pautas para el desarrollo del juego” . En Colombia se supone que el mercado de juegos de azar es de propiedad exclusiva del Estado, siendo administrado con el fin de obtener recursos para la financiación de los servicios públicos de salud, recursos que otros grupos, especialmente en el Departamento de Antioquia utilizan para legalizar otro tipo de capitales.

Según la encuesta de Calidad de Vida del DANE, en Colombia, la cuarta parte de los hogares hacen algún tipo de apuestas o compran loterías o chance. Los departamentos donde más disposición hay a aportar son: Valle, Antioquia, San Andrés y la costa Atlántica. “En estos lugares se destina a esta actividad entre el 25% y el 35% de los ingresos mensuales, mientras que en la zona Pacífica y en la Oriental, son las partes donde menos recursos se dejan para las apuestas, con el 15% de lo recibido mensualmente” . Según estas encuestas también se concluye que Bogotá y Cundinamarca son los lugares donde más se apuesta al chance, además los estratos bajos tienen una mayor tendencia a apostar que los medios y altos, en especial en el tema del chance porque sus apuestas están dirigidas principalmente a este.

En Medellín es común ver los sitios de apuestas en cada esquina, y con ellos cientos de personas revisando las listas con la esperanza de encontrar allí su número, a la vez que otros cientos más apuestan nuevamente, para ver si mañana si se les hace el milagrito. Desde las 5:30 am ya se ven abiertos estos sitios y ya hacen parte del colorido paisaje de la ciudad, con la experiencia del transeúnte se puede decir que casi nadie ha visto salir feliz y victorioso a alguien de estos sitios, mas bien es común ver las caras largas y a veces desesperanzadas de aquellos que no lograron acertar el número.

Pero entre toda esta cultura del Chance, está la otra cara de la realidad; las chanceras de los barrios o más bien las vendedoras de apuestas como prefieren ser llamadas. Están desde que empieza a caer la tarde, hasta altas horas de la noche, sentadas en sus puestos, adornando tiendas y ganándose así la vida. Este trabajo, dominado en su gran mayoría por el género femenino, está envuelto en la problemática de la cual ninguna labor se libra. Mientras aquellas vendedoras que trabajan fijas, cuentan con todos los “beneficios” y la seguridad social, a la que tienen derecho los trabajadores colombianos, aquellas vendedores de barrios al contrario no cuentan con ninguno.

Patricia Restrepo, es una mujer de 35 años, esposa y madre de tres hijos, ella por “problemas y necesidades” como cuenta, empezó a trabajar como vendedora fija de apuestas hace 12 años, pero no duró mucho tiempo allí “porque no lograba alcanzar el tope diario de dinero que me imponían cada día”, entonces pasó como la gran mayoría a tener su puestico de chances en una de las tiendas de su barrio. “La experiencia ha sido difícil, pero uno por los hijos hace todo, y más que este trabajo me permite estar la mayor parte del tiempo con ellos y dedicarme a la casa”, este es el único beneficio que ella encuentra en su labor, al contrario encuentra muchas más desventajas, en las cuales prefiere pensar poco.

Exponer la seguridad y en ocasiones su propia vida al trabajar en la calle, depender de lo que los clientes que ganan le quieran dar y en especial depender del 15% de las ventas que realice en una noche es la realidad de la mayoría de estas mujeres. Una vendedora de apuestas en promedio trabaja cuatro horas diarias y no se alcanza a ganar el mínimo, puesto que lo que gane depende en su mayoría como se dijo anteriormente, de las apuestas que ganen sus clientes y de lo que ellos quieran compartirle cuando ganan. “En todo el tiempo que he vendido apuestas, el premio más grande que se ganaron fueron nueve millones de pesos y más de buenas que fue un familiar y me participó de algo, mientras que hay otros que no le dan a uno nada”

Al hablar con algunos “chanceros” como todo el mundo los llama, descubrimos una cara de la realidad del juego y las apuestas, que no es tan bonita y al contrario está llena de arbitrariedades, que hacen que ellos actualmente hallen en esta labor un medio para subsistir económicamente y sacar adelante sus familias, -aunque lo que ganen no sea suficiente-. Como es el caso de Patricia que nos cuenta como inició “Yo estudié hasta sexto de primaria, porque mi papá desde chiquitos nos puso fue a trabajar. Como a los 19 años me fui a vivir con mi primer marido y tuve mis dos hijos mayores y yo pensaba que ya todo lo tenía, hasta que lo mataron y me tocó empezar a hacerme cargo de la casa y de los hijos, ahí fue cuando empecé con lo de los chances y pensaba que era algo temporal, pero ya llevo 12 años y creo que seguiré toda la vida”

Por otro lado y desde lo personal, siempre había querido conocer más de cerca a “Don Martín” un negro de esos que muestra pura gana y alegría en su sonrisa. Él tiene 47 años y hace 16 trabaja como chancero, ya que por estar en muletas de manera permanente, en ningún trabajo lo contrataban, tiene dos hijos a los que tiene estudiando en la universidad gracias a su trabajo y una hija que terminó sus estudios y está ejerciendo en Canadá.

Lo particular del trabajo de Don Martín, es que a pesar de su discapacidad, muchos hogares del barrio Santa María de Itagüi, esperan que él, cada noche toque su puerta para hacerles “el numerito”. Con esta modalidad, diferente a las anteriormente descritas, se resalta el empeño con el que la gran mayoría de los vendedores desempeña su labor, para lograr conseguir el dinero suficiente para suplir sus necesidades cada final de mes.

Hace poco se dio un gran cambio, el paso del chance manual al sistematizado, con el propósito de minimizar el riesgo de fraude y juego ilegal, “Ahora con el cambio de chance manual a la maquinita pues todo es más fácil, rápido y hasta seguro, lo malo es que a uno le toca seguirse pegando el viajecito cada noche a entregar la plata”, afirma Patricia. Con respecto al tema, Don Martín cuenta que “luego de un curso que nos dictaron y aunque me costó mucho trabajo aprender, le cogí el tiro y ahora, pues me facilita mucho las cosas, porque el trabajo es más ordenado”. Aunque para los apostadores surgen las ideas de que con este se gana menos que con los clásicos talonarios, el consumo se mantiene hasta el punto de que en total y teniendo en cuenta las loterías tradicionales, los juegos de apuestas permanentes, los localizados, los novedosos y otros, en ventas totales por año son de tres billones de pesos.

En el año 2006, surge Apuestas GANA S.A. Una empresa comercial que nace legalmente el 19 de abril de 2006 para integrar a todos los empresarios de Apuestas Permanentes del Departamento de Antioquia en una sola gran empresa, más moderna, competitiva y fortalecida para asumir los retos que impone la globalización y el dinamismo del mercado actual. Pero además de esta descripción tan bonita y esperanzadora, existen personas que con el surgimiento de este nuevo grupo y la desaparición de las demás casas de chance se vieron muy afectadas como el caso de Carlos Uribe, personaje conocido en el sector de la Esmeralda en Itagüi por su labor con la casa de chance “Apuestas Uribe”, fue una de las personas perjudicadas con la fusión de las casas que dio como resultado el reconocido grupo “Apuestas Gana”. Su labor y construcción de está casa, empezó con su trabajo como cambiador de cheques en el barrio Simon Bolívar y la Esmeralda “Yo arranqué trabajando con mi hermano y mi hijo, cambiando cheques, y muchas personas del barrio que es bastante grande, siempre acudían a nosotros y luego personas de casi todo Itagüi, eso fue lo que nos ayudó a coger confianza y prestigio para formar “Apuestas Uribe”. Apuestas Uribe fue una casa reconocida en todo el sur de la ciudad “estuvimos firmes trabajando, hasta que empezó lo de la fusión que en mi caso y el de muchos como Apuestas Lujan también, fue forzada y hasta ahí nos llegó el trabajo independiente”

“El desarrollo integral del ser humano y sus comunidades, es un objetivo fundamental” es la primera línea en la gestión social de una de las empresas de chance de la ciudad, lo que resulta contradictorio con las historias narradas por los propios vendedores. Aunque el chance aporta cerca de 5000 millones de pesos mensuales al sector de la salud en Antioquia por concepto de regalías, cientos de mujeres se encuentran desamparadas y sin beneficios y seguridad social. Sin embargo el chance y toda una cultura que gira en torno a él, brindan “empleo” e ingresos a muchas familias pero ¿a cambio de qué?...


¡A propósito de las ventas en la U!


Por Diego Londoño
honestidad.brutal01@gmail.com
androide_paranoico4@hotmail.com

Al caminar por los pasillos de Guayaquilito- sector conocido por su movimiento comercial dentro de la Universidad de Antioquia-, en los tiempos de “hueco” entre clase y clase, me encontré con tres historias sobre el comercio estudiantil, que en este tiempo de “conflicto”, hace hincapié al tema.

Óscar Alexander Cano, “Osquitar” como suelen llamarlo, es un estudiante de Ingeniería de Materiales que a pesar de su aspecto de preadolescente, ya es el padre de dos hijos. Actualmente vive con su abuela en la comuna noroccidental de la ciudad en el barrio Francisco Antonio Zea; sin embargo, anhela conseguir un trabajo estable para independizarse con su novia y sus dos hijos.

Óscar trabaja en la Universidad como ventero informal de cigarrillos, tinto y minuto a celular “El trabajo acá es relajado, yo me parcho en esta mesa y los amigos me caen y conversamos todo el día, tengo ya bastante gente que siempre viene a comprarme y estos pesos, pues a mi me sirven para darle a mis hijos lo que necesitan, que es lo más importante”, dice Oscar.

Óscar guarda la esperanza que tanto la administración de la universidad y los estamentos del gobierno, concilien con todos los venteros, para el poder seguir respondiendo por sus hijos sin tener que salirse de estudiar y que las cosas se mejoren y no los tilden de “culpables” por los acontecimientos que ocurren en la universidad.

Natalia, una bella joven de 22 años, que no quiso decirnos su apellido por petición misma, es habitante del barrio Cabañitas de Bello y es estudiante de Licenciatura en Educación Español y Literatura, nos contó el por qué de su preocupación con las restricciones impuestas a los venteros ambulantes de la UdeA. “no sé por qué nos meten en esos líos a nosotros, simplemente lo que queremos es que la U, además de ayudarnos con lo del estudio, nos brinde la posibilidad de trabajar en ella”, Natalia con los recursos que consigue trabajando en la Universidad, suple todas sus necesidades universitarias- comida, documentos, libros, pasajes, y una que otra cervecita terminando la jornada académica-.


Sandra Soto estudiante de Licenciatura en Artes Plásticas, pertenece a la Cooperativa de Venteros de la Universidad de Antioquia-ASOUDEA- y en su papel de activista está recolectando firmas para que los controles sobre las ventas informales no se cumplan; ella afirma que “hace cinco años, entramos a un proceso con la defensoría de espacio público, donde nos carnetizaron y nos organizaron como un ente a nivel de ventas en el cual nosotros tenemos regulación no solo de precios, sino también de lo que son las cosas a nivel de implementación de aseo, que todo este con fechas de vencimiento, que tenga registro sanitario; pero esto como que no vale la pena ya, pues de la gobernación de Antioquia sólo nos trajeron una notificación con la orden de que tenemos que desalojar de inmediato y que luego nos reubicaban, pero no nos dan garantías de absolutamente nada, entonces el tema es complicado para muchas familias”. El caso de Sandra es más complicado, pues de su trabajo en comidas rápidas depende su madre, sus dos hermanos y sus dos hijos.

Este es el ambiente que expresan los estudiantes de la universidad que también tienen su puesto de trabajo en ella. La expectativa es que la situación mejore en pro de solucionar la problemática que se vive en la Universidad de Antioquia por este tiempo. En las conversaciones entre los venteros y las directivas de la Universidad se habla al respecto; por lo que ya se han sacado conclusiones alentadoras como las que dio el vicerrector Martiniano Jaime Contreras "Los que no tengan ningún vínculo con la universidad, se deben ir de inmediato. Si son estudiantes, tenemos en marcha algunos planes para organizarlos o para ayudarlos".