¿ SERÁ QUE MI NARIZ APESTA ?

Por Laura Betancurt

Luisa, una bailarina de cabaret, que todas las noches divertía a los hombres con el movimiento de su cuerpo, con sus senos llenos de vida, era la estrella, que triste era ser la estrella de “cat sexy cat” que triste era ser Luisa, que triste era su vida, que tristes eran las noches lluviosas cuando salía de “cat sexy cat” con un gabán largo y zapatos oscuros, el cuello de su gabán siempre tapaba su cara, su verdadera identidad solo era conocida por Lola, ella sabría escribir un libro con su vida, su hijo de 8 años, sus mil abortos y su útero operado unas 4 veces… Lola, Lola era muy bella, por eso nadie sabía quien era realmente…

Lola…. Era su mejor amiga, aunque ese no era su verdadero nombre, Lola odiaba su vida pasada y antes se llamaba Carlos… que se puede decir de una mujer así… era exótica y sensual, los hombres no conocían su pasado, es más, Luisa no conocía muchas cosas de su pasado, le gustaba sentarse en el suelo de la pequeña casa de Luisa y fumar marihuana hasta quedarse dormida en el suelo, solía meterse en el baño de “cat sexy cat” con algún tipo, quedarse ahí horas y horas, Lola siempre sacaba un marcador rojo y rallaba todas la paredes del baño, “ la vida apesta, este baño apesta, este tipo apesta, será que mi nariz apesta?”

Luisa en cambio, sacaba un poco de coca y esperaba afuera. Del baño salían muchos olores, siempre en el mismo orden, primero era marihuana, luego era cigarrillo y por último el tipo que estaba con Lola tenía un fuerte orgasmo y todo olía a sexo, al cabo de unos veinte minutos el tipo salía diciéndole a Lola que había sido excelente, que la veía muy pronto muñeca hermosa. Luisa entraba al baño en cuestión de unos minutos y Lola, lavaba sus dientes con un pequeño cepillo que guardaba en su cartera.

Para Lola la noche no terminaba ahí, aunque fueran las cinco de la mañana, así que al ver a Luisa gritaba “La noche es joven muñeca, vamos por un poco de vodka con hielo y un revolver cargado a volarnos los sesos” y siempre salían de el sitio a tomar vodka al parque que quedaba cerca. Nunca consiguieron un revolver cargado, pero Luisa siempre conseguía algo con filo y se cortaba las venas, no tan profundo como para morir. Así que compraban algo de gasa y tapaban la herida, esto se convertía en rutina tanto así que Lola comenzó a cargar gasa en la pequeña cartera.

Las mañanas de domingo eran tranquilas, con sabor a vodka con vómito y un poco de hierro, pero las tardes se convertían en un encierro aburrido, así que Lola decía “Luisa, estas completamente loca, necesitamos un poco de música, licor y cocaína” así que siempre salían a eso de las tres de la tarde a buscar lo necesario para comenzar un domingo divertido en la casita de Luisa. Iban a buscar a Lucho una amigo que vendía todo lo que necesitaban. Uno de esos domingos, Lucho se unió a su tarde de locura, así que fumaron marihuana en su pipa de agua, y escucharon música hasta ensordecer, un eterno Paint it black…

Era casi de noche y Lola fumaba cigarrillo en el balcón, Lucho y Luisa, en cambio, estaban solos en su habitación, todo estaba bien, tranquilo hasta que, Luisa sacó a Lucho de su casa a patadas porque, quería estar sola, Lola no importaba, ya que siempre estaba tirada en un rincón de la casa babeando el tapete, ese día era especial para cortase completamente las venas, pero Lola aún dormía, sabía que ella pensaba cortarse definitivamente, así que había botado a la basura todos los cuchillos filosos que habían en la casita, y como le dije antes Luisa siempre encontraba algo con filo, se encerró en la habitación y comenzó a gritar y quebrar botellas de vino hasta que cogió uno de los pedazos con más filo, y se lo atravesó en la garganta, cuando Luisa dejo de gritar, miró hacia el suelo, y calló sobre otros pedazos de vidrio. Después de unas horas Lola, que había despertado y acomodando sus sesos a la realidad, entró al cuarto de Luisa y la vio tirada en el suelo, sin vida, con la cara cortada y arañadas las piernas, al verla ahí tirada, inerte, pensó en un revolver cargado, y no se sabe de donde sacó ese revolver porque las encontraron muertas, una al lado de la otra, sesos de Lola sobre la cara cortada de Luisa. La cara de desesperación de Luisa y lágrimas en sus ojos, y en cambio Lola tenía una sonrisa en el rostro y un papel que decía “la vida apesta, esta alcoba apesta, Luisa apesta, ¿será que mi nariz apesta?”

1 comentarios:

Johanna Pino dijo...

Muy bacano tu escrito. Me gustó mucho.