Por Diego Alejandro Londoño Molina
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Las melodías de ciudad resuenan en las calles, los músicos invitados tararean al son del tráfico la sinfonía del concreto, mientras la armonía del ambiente recrea su singular partitura.
Medellín la ciudad de la eterna e incomprendida primavera, está pasando sin duda por un proceso de renovación cultural que tiene su expresión en numerosas manifestaciones artísticas, que se producen en una serie de nuevos espacios creados en los últimos años en la ciudad; una de esas expresiones es la música. Esta expresión que se mantuvo vigente y en posición de resistencia durante una época de crueldad e intimidación y en asocio con diferentes manifestaciones como el teatro, la pintura y la puesta en escena encontró una alternativa de solución y confrontación a la violencia de la época, disparando líricas crudas y sin pena, mezcladas con sonidos agresivos. Es el caso del grupo Frankie ha muerto, que desarrolla propuestas como “Medellín no te vuelvas atroz” en la que se plantea un acto de resignificación desde el arte musical en una propuesta con bases fundadas en el rock que insiste en y por la ciudad.
Gestores culturales como la Corporación Ateneo Porfirio Barba Jacob creada en el año 1994 bajo la dirección general de Néstor López, se consolida en la ciudad brindando desde 1999 a los músicos solistas y grupos, espacios para sus conciertos y montajes. Esto gracias a la relación de la corporación con personas como Jaime Ocampo y Andrés Merchán integrantes de los grupos Athanator y Gaias Pendulum respectivamente. Esta es una alternativa más para la inclusión de diversos géneros y la oportunidad para que los grupos demuestren que la intolerancia entre géneros es cosa ya del pasado. “El ateneo como corporación defiende la diversidad cultural y de pensamiento y genera espacios donde puedan venir artistas de diferentes áreas, con estilos y pensamientos muy distintos a otros, para que todos trabajen en compañía de nosotros por un mismo fin, que es llevarle al público de la ciudad otras opciones de entretenimiento desde la cultura”, dice Yacqueline Salazar directora de gestión de la corporación.
La sede de la corporación, ubicada en el Teatro Porfirio Barba Jacob en las Torres de Bomboná, centro de la ciudad, brinda a los jóvenes espacios musicales entre los que se encuentran: Metalmedallo, un proyecto liderado por Jaime Ocampo, en el que participan 60 bandas de toda la ciudad, más de 250 artistas; Voces del Rock en Medellín, un proyecto liderado por Orus Xhon que empezó hace 4 años haciendo tertulias para 15 a 20 personas en el café y que hoy en día ya es para 300 personas; un Fondo Musical, que contiene tres cds en este momento: dos de Athanator y uno de Frankie ha Muerto, dos grupos importantes de la escena rock local.
La Alcaldía de Medellín creó en el 2004 el Festival Altavoz, con el fin de ofrecer a los jóvenes de la ciudad un ambiente adecuado para la tolerancia, respeto y el reconocimiento de la diferencia como parte de la cultura ciudadana. Es una ventana para que los grupos musicales de la escena local muestren su trabajo a la ciudad, al país y al mundo. Se descubre la multiculturalidad, la diversidad y lo más importante, el enorme potencial de los jóvenes, “Altavoz busca promover el potencial creativo y estético, así como la búsqueda de identidad, de expresión y de trascendencia juvenil para la construcción de un tejido social y la convivencia en la ciudad, a través de expresiones que han estado excluidas de la industria musical y de los medios de comunicación” dice Katerine Betancur Urrego, Coordinadora de Altavoz.
Músicos, fotógrafos, escritores y espectadores se han beneficiado del festival Altavoz “Cada año se hace más grande y cada vez que es más grande implica que haya mayor número de personas involucradas en el proyecto, en el evento como tal y en el proceso de teatro, fotografía, literatura y música, entonces la asistencia a sido súper buena”, concluye Betancur. La acogida al festival sin contar las eliminatorias por géneros se ha ido masificando año tras año, mientras al lanzamiento del festival en el 2004, realizado en la Plaza de Toros la Macarena asistieron cerca de 18 mil espectadores. A la versión realizada en el año 2007, aproximadamente 67 mil jóvenes asistieron a la Cancha Auxiliar del Cincuentenario. ¡yyy siii!, por Finn se dieron cuenta de que los músicos comen y se visten, así que en su última versión, se le retribuyo a las bandas clasificadas una suma simbólica.
Gracias a la inversión municipal y a la fuerza que ha venido tomando el festival, desde el 2005 se vienen realizando 3 días de conciertos en los que miles de jóvenes cantan, poguean y componen, para decir que la ropa negra y los tatuajes no son más que una forma de vida.
Eventos como estos, que se han venido dando en los últimos años y se han institucionalizado por la fuerza de la administración y el apoyo que reciben de los mismos jóvenes, contribuyen a la recuperación de la cultura musical de la ciudad y a que estilos de vida ahora convivan y se relacionen en entornos de respeto y tolerancia.
Ahora los jóvenes cuentan con más oportunidades de expresar su arte, pero son tantos estos jóvenes y tan diversas sus manifestaciones que la ciudad sigue necesitando más eventos y espacios, pues así como muchas bandas tienen la oportunidad de participar en ellos, se siguen quedando muchas otras sin poder ser escuchadas y sin poder dar a conocer a otros jóvenes el mensaje que su música grita. Estos eventos al ser gratuitos permiten que muchos jóvenes asistan y que sea mayor el movimiento de expresiones artísticas y las ideas que ellas generan al público. No obstante, se está olvidando algo muy importante, “Parece ser que la gente se está acostumbrando a los conciertos gratuitos, no debe ser así porque las bandas también necesitan organizar conciertos para recaudar fondos para grabar cds. Entonces bacano que la gente no pierda el sentido de apoyar a las bandas cuando toque pagar” dice Andrés Gallego vocalista de Grito. Son muchos los músicos locales que opinan igual, es también el caso del bajista del legendario grupo Bajo Tierra, Jaime Andrés Pulgarín, según él, “Se institucionalizan eventos como el Altavoz, la Fiesta de la música y el aniversario de Musinet para atraer más gente ya que los músicos deben de vivir de algo, eso ayuda para la difusión del grupo, pero está mal que siempre sea gratis. Tiene que ser algo equitativo, para los músicos y la gente”.
Producción Musical
La ciudad ha venido evolucionando y experimentado en cuanto a la producción musical, pues antes para que un grupo de cualquier género tuviera su trabajo discográfico necesitaba invertir mucho dinero o conseguir algún contrato con un sello discográfico. Ahora se ha vuelto una necesidad mostrar un trabajo con una presentación más profesional y las opciones para realizarlo son mayores, “Hoy en día hay muchas más formas de que una banda se muestre de una forma profesional, están los estudios de grabación, la televisión, las casas independientes, además la autogestión y el Internet. Todo es más asequible”, dice Luís Alejandro Jiménez de Oídos Productions, estudio de grabación.
En los últimos años se han hecho producciones de excelente calidad dignas de mostrar en diferentes lugares de Colombia y el mundo, esto se debe también al desarrollo, profesionalización y posicionamiento de productores y estudios de grabación en la ciudad. “La producción musical contribuye mucho en lo social y cultural de Medellín, pues hay una relación directa, se crean nuevos espacios de expresión y bandas, músicos, estudios de grabación, productores ven la necesidad de mejorar y pasan del garaje a las universidades creando así nuevos círculos sociales que le aportan crecimiento a la ciudad. Estamos forjando un sueño con bases realmente luchadas por nosotros mismos”, concluye Jiménez.
Protagonistas del cambio
Indudablemente la transformación social, cultural y musical de la ciudad viene en etapa de cambio y crecimiento, se confirma con el compromiso de todos los ciudadanos que buscan aun más alternativas y participan del cambio que está viviendo Medellín. En este proceso no se puede desfallecer hay que luchar por ese ideal colectivo que a medida que evoluciona toma más fuerza y consolida nuevos espacios que se profundizan, ciudadanos que construyen más oportunidades y una Medellín de corazón futurista que busca salir de la atrocidad que inundó sus calles en el pasado. Esta es la nueva Medellín, la Medellín que queremos.