De los aduladores…

Por Johnatan Jesús Clavijo
Johnatan1058@hotmail.com

El actual Presidente de la República, el doctor Álvaro Uribe Vélez, es un líder popular pero solo, como lo manifiesta el artículo de la Revista Cambio en su edición Nº 761, donde se le da el titulo de popular de acuerdo al último sondeo de la encuestadora Gallup en la cual el señor Presidente tiene un sorprendente 80% de favorabilidad, que lo deja muy bien parado en épocas donde los difíciles suelos internacionales arremeten fuertemente al gobierno colombiano. El rotulo de solo que se le da al mandatario, es explicado bajo la cuestión de que sus actuales colaboradores –entre los que se codean ministros y asesores- no son lo suficientemente buenos como los que tuvo Uribe en su anterior mandato.

Este último calificativo es totalmente acertado, pues en situaciones como las actuales donde las relaciones internacionales con algunos de los países latinoamericanos están fuertemente afectadas, el Presidente está casando peleas constantemente con la Corte Suprema -uno de los más honorables organismos de la República-, mientras los ministros y asesores se escudan bajo la figura presidencial y dicen prácticamente lo mismo que el mandatario o callan cuando el lo hace. Esto demuestra que Uribe está rodeado por aduladores, como son llamados este tipo de personas por el padre de la política moderna Nicolás Maquiavelo, en su libro El Príncipe.

Estos aduladores, de acuerdo al mal entendido e inexplicablemente desprestigiado Maquiavelo, se caracterizan por siempre estar de acuerdo con todas las decisiones del príncipe (en este caso mandatario, aunque el anterior caracterizo no está muy desprendido de la realidad) y no le hacen caer en cuenta de sus errores pensando que al decir la verdad o mencionar una opinión en contra podrían ofenderlo.

Para una “inteligencia superior” o “ser superior” -como se atrevió a llamarlo el asesor presidencial José Obdulio Gaviria en el artículo anteriormente mencionado-, que demuestra su interés de centralizar el poder en la rama ejecutiva, osea en sus manos y solo en las suyas; también se hace necesario escuchar consejos que lo hagan poner los pies en la tierra y que lo lleven a tomar decisiones acertadas, aunque, como se expresa en El Príncipe, “nazcan de la prudencia del príncipe, y no la prudencia de los buenos consejos”.

Si Uribe quiere mantener su buena imagen -que increíblemente aún viene creciendo después de un segundo mandato desastroso y decenas de escándalos como los de “La gata”, la parapolítica y el más reciente marica presidencial- tiene que rodearse de personas más capaces y menos aduladoras que pueden llevar al fracaso al líder de las góticas milagrosas, que no solo agrupa en su manto al país embobado con su gobierno, sino que también hace yoga, trota y tiene tiempo de ir a una que otra misita; además de ser la única cabeza de un uribismo, también adulador, y que al parecer acabara en el 2010 si Uribe no se encarga de preparar a uribito o nada más y nada menos que a Juan Manuel Santos, actual Ministro de Defensa, y quien según la encuesta de Gallup, es el mejor ranqueado del gabinete <>; o peor aún, lance su tercera candidatura en un garrafal ataque a una democracia en coma profundo.

Al Presidente resta decirle que lo mejor que puede hacer para salvar su gobierno y a si mismo, como lo diría Maquiavelo, es: “rodearse de los hombres de buen juicio de su Estado, únicos a los que dará la libertad para decirle la verdad, aunque en las cosas sobre las cuales sean interrogados y sólo en ellas. Pero debe interrogarlos sobre todos los tópicos, escuchar sus opiniones con paciencia y después resolver por si y a su albedrío. Y con estos consejeros comportarse de tal manera que nadie ignore que será tanto más estimado cuanto más libremente hable”.


Y ojo Uribe que hay que estar precavido en tiempos buenos (para él nada más, porque la inflación subió conjuntamente con la pobreza), pues no se sabe cuando aparecerán los malos.






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