OSCURIDAD Y SOLEDAD, LA OTRA CARA DE LA NAVIDAD

Por Diego Alejandro Londoño Molina


Este relato de contrastes cuenta la historia de don Hugo, uno de los tantos habitantes de la calle de nuestra ciudad, quien prefiere vivir de los buenos recuerdos de la niñez para acompañar esta época de soledad navideña, así la defina como una fiesta que nunca debe acabar.

“Llegó diciembre con su alegría, mes de parranda y animación, donde se baila de noche y día, es solo juergas y diversión…”.
El ruido de los voladores retorna nuevamente para ensordecer la ciudad, los globos que evocando estrellas se elevan como sueños, las luces como luciérnagas parpadeantes saltan a ritmos pulsantes cautivando miradas curiosas. El alma de la ciudad se transforma inesperadamente y cada año, más pronto, se cubre de matices vistosos, se pinta de colores alegres y olores inconfundibles, creando una escenografía perfecta. Por sus calles circulan nuevamente las carretas con surtido de chispita mariposa, la imagen del célebre y aclamado Papa Noel que llena de esperanza y alegría cada uno de los rostros de los niños que esperan ansiosos, rodea el transitar constante de nuestro recorrido. La urbe, con protagonismo, actúa impaciente con el pasar de los días.

La celebración se torna violenta, dos puñaladas y un río de sangre causan terror y curiosidad entre los partícipes; el marrano está listo para ser el plato fuerte de los asistentes al parrandón; la banda sonora de este festín liderada por Pastor López acompaña los pasos de cada una de las parejas; los niños corren de un lado a otro felices con sus regalos; la pólvora resuena en el barrio Doce de Octubre.

El pavo y vino listos en la mesa, los regalos bajo el árbol de navidad, la música a bajo volumen, los diálogos fuera del contexto navideño acompañan la nochebuena de la familia Santamaría en el barrio El Poblado.

Doce en punto de la noche, las líneas telefónicas colapsan, la fraternidad familiar reluce entre las copas y el ruido, mientras la soledad habita en otros como su única compañera. Avenida La Playa, don Hugo León Zapata alista los plásticos para dar calor a sus pies sucios y cansados, mientras el frío de la noche hace guiños con el olor del anís y los pasos constantes de la gente que pasa, que mira y no siente.

La calle huele a humedad, sin embargo son más de las doce y no se volverá a casa. Son historias que nadie cuenta, que la ciudad envuelta en un manto de luces esconde, imágenes que no se borran y un estigma social que se mantiene. Es el período de dar y recibir por montones, sin embargo, aún se ven manos buscando monedas, para seguir intentando vivir viviendo, como parte de un paisaje triste ya constituido en la ciudad.

Don Hugo León es un hombre de 50 años; culto, inteligente, amigo de la literatura, de la música clásica, la salsa y el jazz. Estudió música en la Universidad de Antioquia desde los 15 años y Filosofía y Letras años después en Bogotá. En su rostro se ven las marcas de la experiencia y el sufrimiento, su chaqueta estilo 80s lleva las marcas del tiempo. Al describirse, dice que sus ojos reflejan la mirada de José Asunción Silva, el gran poeta bogotano; el cabello de Johann Sebastián Bach, a quien considera el mejor compositor e interprete de música clásica en la historia y su alma se la deja al Che Guevara, con el que se identifica profundamente.

Luego de vivir durante varios años en Bogotá y de llevar una vida tranquila vendiendo libros, se lanzó de concejal, pues sentía que sus ideales revolucionarios podían mejorar la situación del país, “cosa que no le gusto mucho a los paras” quienes atentaron contra su integridad al pasarle un carro por las piernas, impidiéndole la posibilidad de volver a bailar, una de sus grandes pasiones. Regresó entonces a Medellín afectado y huyéndole a la muerte, pero no encontró la vida que dejó al partir, sus padres ya no estaban, su hermana estableció una vida lejos de la ciudad y su querido barrio Castilla al noroccidente de Medellín ya no era el de antes. Entonces encontró en la calle un refugio para salir de la realidad y de los problemas que prefiere no recordar.

Se encuentra siempre en los alrededores de la avenida La Playa, que además de ser un sector histórico para la ciudad y el punto de encuentro en la época navideña para transitar y admirar el brillo de su belleza, es donde don Hugo vive hace dos años, come y sueña al igual que muchos otros habitantes de la calle. Se le ve siempre sentado sobre un sofá improvisado; su cobija envuelta en una bolsa, lleva consigo cartones para sus visitantes ya que dice que "La comodidad y el confort son lo más importante para una buena conversación”.

Los recuerdos de las navidades de don Hugo en la niñez en el barrio Castilla, son hermosos e inolvidables. “Eran celebraciones por lo alto, se bebía, se comía y se bailaba de lo lindo al son de Oscar de León, La Sonora Matancera, Fania All Stars. Se pasaba de maravilla, bendita sea la navidad, malditos los enemigos de las fiestas. No podré olvidar la fascinación que me causaba el musgo y su olor”, decía con sus ojos puestos en el pavimento.

Igualmente describe la navidad con la palabra Alegría; como el significado de grandes recuerdos que acompañan los terribles momentos de la vida: “Son los recuerdos de la navidad y la misma navidad como un bálsamo para la vida, nos ayudan a mejor morir, porque ni modo de prometer victorias. Es un apoyo emocional para los momentos difíciles”. Su pasada navidad no la celebro como quería; con sus amigos en medio de la música, el baile, comida y licor. El temor de regresar a Bogotá y poner en riesgo su vida lo obligó a pasarla en Medellín. “Fueron días en los que recordé buenos tiempos, la pase con mis amigos de la calle, a pesar de las dificultades no puedo desfallecer y seria absurdo revivir el personaje del cuento Charles Dickens que odiaba la navidad”.

Mientras la noche del incesante recuerdo se convierte en el cálido amanecer, se ven los resultados de la celebración y la fiesta relucir entre los cúmulos de basura en los rincones de las calles. El frío, el hambre y la sed hacen de las suyas sin excepción alguna; escondiéndose de esta realidad vive don Hugo, esperando al igual que todos los días dedicar su tiempo a naufragar entre la literatura, a contar sus fabulosas historias a quien este dispuesto a escucharlas y a embriagarse con el sabor del tinto negro y el Pielroja sin filtro.


Su situación actual es mas bien un conflicto entre el presente y el pasado, pues a pesar de ser un hombre optimista con un gran ego, su realidad compite con su imaginación; el tema de vivir en la calle no lo considera un problema, sino mas bien una oportunidad “Hay ciudadanos que se mueren en la calle, no lo digo por el caso mío pues yo lo resolvería muy fácil, tengo dos carreras y no tendría problemas económicos. Estoy acá porque veo muy mal a mi ciudad”

La próxima navidad no sabe si pasarla en Bogotá en compañía sin duda del alcalde electo Samuel Moreno Rojas, sus amigos y su partido el Polo Democrático Alternativo o acá en su ciudad natal, de serlo así, la celebración seria en enero “Pero de que la celebro, la celebro” dice con una risa seguida de una tos seca que no lo deja concluir.
En la época de felicidad y alegría, el concepto de pobreza y necesidad para los habitantes de la calle trasciende y se convierte en una situación personal, que busca contrarrestar el hambre de soledad. “En la calle existe un grado de amistad, por el hecho de compartir situaciones y circunstancias, en estas épocas se vive en una forma de camaradería entre nosotros los habitantes de la calle, pero prefiero vivir de los bonitos recuerdos de la niñez para poder seguir definiendo la navidad con adjetivos que la valgan”.

Situaciones e historias como la de don Hugo se ven en la cuidad, en medio del bullicio, del transcurrir de los transeúntes desapercibidos, entre la comida y el licor, la luz y la oscuridad, la felicidad y la tristeza. Recurrimos entonces a la palabra como recurso para aliviar el dolor del alma de tantos y quizá la conciencia del verdadero significado de navidad en unos pocos; para no seguir cantando ni viviendo la misma situación.
“Otra vez navidad, Otra vez soledad, En la calle la gente solo lleva en su mente regalar, perdonar…
Todos llevan una ilusión, todos tienen fe y devoción, todos tienen un alguien y yo no tengo a nadie, sino mi soledad…”.




¿ SERÁ QUE MI NARIZ APESTA ?

Por Laura Betancurt

Luisa, una bailarina de cabaret, que todas las noches divertía a los hombres con el movimiento de su cuerpo, con sus senos llenos de vida, era la estrella, que triste era ser la estrella de “cat sexy cat” que triste era ser Luisa, que triste era su vida, que tristes eran las noches lluviosas cuando salía de “cat sexy cat” con un gabán largo y zapatos oscuros, el cuello de su gabán siempre tapaba su cara, su verdadera identidad solo era conocida por Lola, ella sabría escribir un libro con su vida, su hijo de 8 años, sus mil abortos y su útero operado unas 4 veces… Lola, Lola era muy bella, por eso nadie sabía quien era realmente…

Lola…. Era su mejor amiga, aunque ese no era su verdadero nombre, Lola odiaba su vida pasada y antes se llamaba Carlos… que se puede decir de una mujer así… era exótica y sensual, los hombres no conocían su pasado, es más, Luisa no conocía muchas cosas de su pasado, le gustaba sentarse en el suelo de la pequeña casa de Luisa y fumar marihuana hasta quedarse dormida en el suelo, solía meterse en el baño de “cat sexy cat” con algún tipo, quedarse ahí horas y horas, Lola siempre sacaba un marcador rojo y rallaba todas la paredes del baño, “ la vida apesta, este baño apesta, este tipo apesta, será que mi nariz apesta?”

Luisa en cambio, sacaba un poco de coca y esperaba afuera. Del baño salían muchos olores, siempre en el mismo orden, primero era marihuana, luego era cigarrillo y por último el tipo que estaba con Lola tenía un fuerte orgasmo y todo olía a sexo, al cabo de unos veinte minutos el tipo salía diciéndole a Lola que había sido excelente, que la veía muy pronto muñeca hermosa. Luisa entraba al baño en cuestión de unos minutos y Lola, lavaba sus dientes con un pequeño cepillo que guardaba en su cartera.

Para Lola la noche no terminaba ahí, aunque fueran las cinco de la mañana, así que al ver a Luisa gritaba “La noche es joven muñeca, vamos por un poco de vodka con hielo y un revolver cargado a volarnos los sesos” y siempre salían de el sitio a tomar vodka al parque que quedaba cerca. Nunca consiguieron un revolver cargado, pero Luisa siempre conseguía algo con filo y se cortaba las venas, no tan profundo como para morir. Así que compraban algo de gasa y tapaban la herida, esto se convertía en rutina tanto así que Lola comenzó a cargar gasa en la pequeña cartera.

Las mañanas de domingo eran tranquilas, con sabor a vodka con vómito y un poco de hierro, pero las tardes se convertían en un encierro aburrido, así que Lola decía “Luisa, estas completamente loca, necesitamos un poco de música, licor y cocaína” así que siempre salían a eso de las tres de la tarde a buscar lo necesario para comenzar un domingo divertido en la casita de Luisa. Iban a buscar a Lucho una amigo que vendía todo lo que necesitaban. Uno de esos domingos, Lucho se unió a su tarde de locura, así que fumaron marihuana en su pipa de agua, y escucharon música hasta ensordecer, un eterno Paint it black…

Era casi de noche y Lola fumaba cigarrillo en el balcón, Lucho y Luisa, en cambio, estaban solos en su habitación, todo estaba bien, tranquilo hasta que, Luisa sacó a Lucho de su casa a patadas porque, quería estar sola, Lola no importaba, ya que siempre estaba tirada en un rincón de la casa babeando el tapete, ese día era especial para cortase completamente las venas, pero Lola aún dormía, sabía que ella pensaba cortarse definitivamente, así que había botado a la basura todos los cuchillos filosos que habían en la casita, y como le dije antes Luisa siempre encontraba algo con filo, se encerró en la habitación y comenzó a gritar y quebrar botellas de vino hasta que cogió uno de los pedazos con más filo, y se lo atravesó en la garganta, cuando Luisa dejo de gritar, miró hacia el suelo, y calló sobre otros pedazos de vidrio. Después de unas horas Lola, que había despertado y acomodando sus sesos a la realidad, entró al cuarto de Luisa y la vio tirada en el suelo, sin vida, con la cara cortada y arañadas las piernas, al verla ahí tirada, inerte, pensó en un revolver cargado, y no se sabe de donde sacó ese revolver porque las encontraron muertas, una al lado de la otra, sesos de Lola sobre la cara cortada de Luisa. La cara de desesperación de Luisa y lágrimas en sus ojos, y en cambio Lola tenía una sonrisa en el rostro y un papel que decía “la vida apesta, esta alcoba apesta, Luisa apesta, ¿será que mi nariz apesta?”

AL SON DE UN SON


Por Lois Matheus Madrid Manco


El pasado jueves 29 de noviembre en el auditorio de la facultad de licenciatura en educación física, situado en el campus de robledo de la UdeA, se realizó una cátedra titulada “Son Cubano”, dictada por el profesor de química de la UdeA, Manuel Salvador Gómez.

Difundir el género musical e indicar que el Son es la materia prima de la salsa, fue el objetivo de la cátedra, la cual tuvo muy buena asistencia y fue interrumpida en varias ocasiones por la distracción de algunas personas del público que generaron el ruido suficiente para que no se le entendiese nada a Salvador Gómez; esto no fue excusa para que él dejara de enseñar al público todos sus conocimientos, y por le contrario mientras pasaba el tiempo más era el entusiasmo y la firmeza con la que se pronunciaba.

Videos, música e imágenes de distintos grupos que marcaron la historia del son e influyeron con mezclas de ritmos para la consolidación del género acompañaron al dictador de la cátedra, dándole un ambiente tropical a sus palabras y ayudándole a dar una buena descripción a los diferentes ritmos que se derivan del son como la bachata, la nueva trova cubana y la salsa. “A lo que llaman salsa, es en realidad Son con una variante”, describía a la salsa, afirmando que lo único que existe es el Son Cubano.

Aunque es cartagenero, se refería al Son, su música, como todo un cubano defensor de sus raíces y amante de los sonidos de su tierra, su acento y la propiedad con que hablaba sobre el tema. Describió al Son como “Un sentir natural, abstracto, humilde” y la máxima representación no solo de la música sino también de la cultura cubana. “El Son es jerarquía” fue una expresión que hizo, dando una descripción sublime del ritmo.

El Son
El ritmo representativo de cuba es definido como un género vocal, instrumental bailable, que constituye una de las formas básicas de la música cubana.

Nace en Cuba, pero es la unión de 2 culturas; por un lado esta la africana, que se compone de los descendientes de los negros llegados de más de 100 tribus, aportando su vitalidad y los instrumentos de percusión y por otro lado están las cuerdas españolas. Esta fue la base para su creación, pero los franceses que inmigraron a Santiago de Cuba en el siglo 19 por la revuelta de los esclavos de Haití y los ingleses, hispanos e italianos influyeron con su cultura músical para la consolidación del Son, dándose las primeras manifestaciones del ritmo a finales del siglo. Sin embargo los primeros sones datan del siglo 16 como “El Son De La Má Teodora, interpretado por dos hermanas dominicanas, Teodora y Micaela Ginés, en 1562.

El Son se formo en Santiago de Cuba, cuna de revoluciones políticas y musicales. Las tropas Mambises querían la independencia de Cuba y en 1895 comenzaron la guerra contra España. Muchos músicos se enrolaron al ejército por problemas económicos, combinando ritmos entre tropas y llevando así el Son a la Habana y a todos los rincones de la isla. Al esparcirse, fue aceptado por las clases bajas, siendo ellos los únicos en bailarlo. Los burgueses lo rechazaron y lo consideraron inmoral, lo que llevo al gobierno a prohibirlo, pero no paso mucho para eliminar la prohibición. “El son es lo más sublime para el alma divertir; se debería de morir quien por bueno no lo estime”. La forma de bailar en aquella época era distinta a la que conocemos, pues el baile se hacia con elegancia y firmeza, características similares a la del tango, pero con un estilo propio, con el toque tropical.

No solo es música, también es un manifestación, ya que por medio de este se muestra la inconformidad del pueblo, una revolución pacifica. Según Manuel Salvador “Es un nuevo sentido social, es hecho por revolucionarios, izquierdistas de ideales políticos que van contra el estado, viendo al son como una forma de manifestación”.

Exponentes del género
Ignacio Piñeiro, el poeta del son, lo llevó a la Habana, “haciendo posible que se tuviera un tipo de música de salón para bailar entre amigos y familiares”. El Trío Matamoros, que surgió en 1925 en Santiago de Cuba. Fueron contratados en México, formaron un conjunto de baile y llevaron un refuerzo, un joven cantante llamado Benny Moré, quien con este contrato logro ser un reconocido interprete de la música.

Arsonio Rodríguez fue otro exponente del genero, quien tras haber recibido un golpe por un caballo en su cara a los siete años, quedo con incapacidad visual, logró crear grandes sones como el “Son Montuno” y su obra maestra “La Vida Es Un Sueño”, llena de poesía y de expresiones que pueden provocar lagrimas.
También podemos encontrar al Sexteto Habanero, Héctor Casanova y Joseito Fernández entre otros.

En la actualidad podemos encontrar intérpretes y grupos como Bambam, Cachao, Son del Oriente, por otro lado esta Rubén Blades quien es un gran interprete de la nueva trova cubana, ritmo proveniente del son, creado por Pablo Milanes y Silvio Rodríguez.

Creación de un Son
El Son se compone de tres franjas rítmicas, la primera hecha por el bajo, la segunda por la guitarra, acompañando al bajo y la tercera por las maracas y el bongo, los que realizan improvisaciones rítmicas independientes.

El Son en Colombia
“En Colombia el Son gusta mucho debido a que es un país de gente firme” expresaba el profesor Manuel Salvador. Una forma de respaldar lo dicho por él es un grupo de Son de Medellín, El Trío Cien Fuegos, quienes luego de culminar la cátedra expusieron todo su talento, interpretando sones conocidos, haciendo mover al publico “al son de su son”.

RABIA EN EL CORAZON







Alfredo Molano Bravo


He leído y releído la carta que Íngrid le envió a su mamá y no deja de dolerme cada frase, cada palabra. He sentido la rabia que nace en el corazón.

sábado, 08 de diciembre de 2007

He leído y releído la carta que Íngrid le envió a su mamá y no deja de dolerme cada frase, cada palabra. He sentido la rabia que nace en el corazón. Más allá de sus sentimientos —bellos y limpios— que expresa sobre sus hijos, sus padres, su gente, me conmueve la nobleza que el texto expresa. Porque a pesar de las condiciones en que las Farc la obligan a vivir, no le encuentro odio contra una organización que de su parte y de la de muchos colombianos, lo merece. Yo he defendido siempre la diferencia entre justificar y explicar. Una explicación nunca es una justificación. Se puede explicar la Inquisición, los campos de concentración y los genocidios. Pero, desde luego no se justifica ninguna de esas políticas violentas. La explicación de un hecho está en un plano lógico o social, o político o psíquico. La justificación es un asunto ético. No obstante, en el caso de Íngrid no hallo ninguna justificación, y lo más grave, tampoco una explicación diferente a la que está implicada en el régimen carcelario en que los gringos mantienen a Simón Trinidad. En los dos casos no median consideraciones de seguridad sino una especie de retaliación ejemplarizante. Negarle a Íngrid un diccionario enciclopédico, quitarle las cartas de sus hijos o sobrinos, requisarle el escapulario de su padre o no darle la noticia a tiempo de su muerte, son simple y llanamente un tratamiento atroz. Similar a la que los gringos han usado con los musulmanes en Guantánamo o en las cárceles donde están condenados a la soledad y el aislamiento los acusados de terrorismo y traición a la patria. Ni hablar de justificación en estos dos ejemplos de deshumanización.Hace pocos días ante un corresponsal extranjero reaccioné condenando tanto a las Farc por las condiciones en que tienen a Íngrid —que deben ser generales para todos los cautivos—, así como por la muerte en vida a que la justicia norteamericana tiene condenado ya a Simón Trinidad. He rechazado también la guerra, la tortura, el secuestro y toda política que aliente estas brutalidades. Dije además que yo no veía —y no veo— que el llamado intercambio humanitario que tanto alboroto ha causado en estos días se funde en razones éticas sino en razones meramente políticas. Sin duda que a Chávez, a Uribe y a Marulanda les duelen los secuestrados, pero las negociaciones que puedan hacer posible su libertad tienen un carácter en esencia político. Lo mismo pienso del papel que de hecho está asumiendo Sarkozy o podría jugar Kichnner. Exceptúo de este juego, legítimo por lo demás, a Piedad Córdoba, que ha echado por delante el corazón en el intento. Todos los jugadores apuestan a sacar partido político y electoral de su intervención. Cuando Uribe vio que las Farc estaban recuperando imagen política, suspendió de rayo la mediación de Chávez, que sin duda iba por buen camino en cuanto a la liberación de los secuestrados, argumentando que los desarrollos de la facilitación estaban en contra de la Seguridad Democrática, su programa político, al que subordina la vida misma de miles de colombianos, incluyendo, claro está, la de Íngrid y compañeros de cautiverio. El argumento del Presidente es una falacia. El despeje de Florida y Pradera no afectaba las estrategias de la guerra que nos tiene secuestrados a todos, pero sí, y de manera notable, golpeaban el ego diabólico de Uribe. Diría lo mismo de la terquedad del secretariado de las Farc, que, no obstante, la vi vacilante con la intervención de Chávez. Creo que doña Yolanda, la valerosa mamá de Íngrid, percibe lo mismo al insistir en la participación de Chávez. Me parece que la gran presión internacional, respetuosa y diligente, a favor del intercambio que está creando Sarkozy no sólo erosionará los pedestales de Uribe y de Marulanda sino que —y sería lo más importante— podría poner el intercambio en el sitio que le corresponde por tener un carácter esencialmente político: en la solución negociada de esta guerra, cada vez más difícil de explicar.



DIVERSIÓN, RUMBA Y CULTURA EN ITAGÜI


Por Carlos Andrés Cardona Ramírez

La cultura


El municipio de Itagüí se encuentra ubicado en el sur del área metropolitana de Medellín, con una población aproximada de 290 mil habitantes, y una extensión territorial de 17 kilómetros cuadrados.


Allí en ese pequeño territorio se ha cultivado una de sus mayores connotaciones, Itagüí es reconocida mundialmente como una de las cunas para del desarrollo de lo cultural y lo artístico. Lo cultural como el gran concepto que configura las diferentes formas de vida y manifestaciones desde el quehacer del desarrollo local, muestra de esto son las diversas organizaciones sociales que han llevado a exaltar por ejemplo la “pereza” como un valor de la humanidad que le aporta a la convivencia pacífica.


De norte a sur


Desde la plaza mayorista, hasta San Francisco, se encuentran los sitios para la diversión, el esparcimiento y la rumba.


Partimos entonces desde uno de los límites del municipio, el sector de Santa María donde se ubica la central mayorista de Antioquia. Este sector posee uno de los mayores movimientos económicos del área metropolitana, y por ende es un sitio para la cultura y la rumba; encontramos allí hoteles, restaurantes, rumbiaderos y prostitución, a todos los niveles, lo anterior hace la mezcla de uno de los sectores que más intensamente vive la noche. Es uno de los sitios donde hasta elevadas horas de la madrugada se encuentra servicios de comida, por esta razón es el remate natural de habitantes de la rumba.


Casi al mismo nivel pero ahora desde la autopista sur encontramos, una serie de sitios, con otras características, se trata de una especie de zona rosa, con grandes discotecas (Mangos, universo…), que por lo general, son frecuentadas por personas de otros territorios de valle de aburrá.


Vamos nuevamente para Santa María –por la vía donde bajan los buses y colectivos hacia Medellín-, desde el seguro social, hasta antes del puente de los semáforos, toda esta extensa zona está dedicada, a la salsa dura y romántica, a la canción social y a pequeños sitios de toda clase de música, en este sector se ubican también, comederos de gran variedad: pizzerías, papitas, chuzos y todo la demás comida chatarra que encanta; al igual tiendas-bares, una de las nuevas modalidades, áreas sin mucha decoración pero con bastante licor y potente música, ah, las licoreras no pueden faltar.


Pasamos, por el parque Simón Bolívar y observamos que a su al rededor se están ubicando sitios para la refunfuña y el esparcimiento. Pasamos de largo el Parque del artista pues es peligroso de noche y nos dirigimos al parque principal, sitios tradicionales como el Cacique Bitagüí y otra serie de fondas –utilizadas tradicionalmente por parejas-, restaurantes; la tocata centro cultural alternativo y una calle llamada por la ciudadanía como “guayaquilito”, bares atendidos por mujeres, que venden a diestra y sinistra trago a precios de fabrica, este lugar es el preferido de obreros y habitantes de muy buena calidad humana.


Llegamos al Parque Obrero “Eje cultural” de Itagüí, genera el parque una dinámica artística, de esparcimiento y diversión; allí se encuentra la Biblioteca Diego Echavarría Misas; el parque obrero articula dos parques, el principal y el tradicional Brasil, que se llama parque Santander pero que nadie le dice así, éste parque es donde está la Cámara de Comercio del Aburrá Sur.


Vamos para San Pío X, pero antes pasamos por la glorieta Pilsen, allí, sitios de rumba, con publico diverso y de gran afluencia los fines de semana. Ya en San Pío, tenemos que mencionar a Soliloquio, un bar que con una gran programación artística pone la nota en el sur del municipio, de allí a San francisco y una serie de hermosos sitios que alberga la opción de quedarse en el barrio y no bajar hasta el centro de Itagüí.


La noche es diversa


Una noche de jueves, viernes y/o sábado en Itagüí, es todo un carnaval donde habita la diversidad, cuando hablo de la diversidad, espero se entienda como la posibilidad del encuentro con la diferencia sexual, muchos sitios con gran despliegue estético y artístico es visitado por homosexuales, transgeneristas, bisexuales, lesbianas, gays; puede reconocerse como una muestra de inclusión y de construcción de la alteridad, pero la verdad es que es un fuerte nicho que se asienta en el municipio que tienen sus prácticas autónomas y se han luchado un espacio social bien considerable.


Itagüí es el municipio del área metropolitana que más aloja en las noches personas de diferentes tendencias sexuales, dándole un toque o aire de gran ciudad a un espacio que tiene aún dinámicas muy locales. Es bello apreciar el buen gusto y el respeto que existe entre las personas que comparten dichos complementos. Desde el punto de vista estético, los bares, los cafés y los rumbiaderos gays son los que sobresalen por su diseño arquitectónico y por su especial atención, la discoteca Plumas es un ejemplo de esto.


Las tribus urbanas


De todo como en botica, en Itagüí, las diferentes manifestaciones de las tribus urbanas hacen presencia a lo largo y ancho, pero uno de los lugares que más ofrece espacio para alojar estas realidades, es el parque Obrero, a este parque llegan cada fin de semana de manera masiva, decenas de jóvenes y adultos que poseen una filiación especial desde la perspectiva musical, cultural, política y social, por eso es muy normal encontrar allí: roqueros, metaleros, raperos, reguetoneros, poetas, cantantes, anarquistas, socialistas, conservadores, liberales y diferentes miembros de organizaciones sociales, culturales y comunitarias.


El parque obrero tiene un bonita dinámica social y política, allí podrá encontrar sitios para la rumba de baile, para hablar con o sin ruido, para, enamorar como La Tertulia o La moviola, uno puede parcharse a ver televisión donde Don Eduardo o asistir a uno de los sitios que más ha dinamizado el parque La Bodeguita del Medio, lo que no puede faltar en el obrero son las expresiones alternas, ellos también tiene sus sitios el Sótano y el Sombrerón, u otros sitios dentro del centro comercial que su especialidad es el rock. En el obrero también hay sitios para comer, el más tradicional las empandas de doña señora, a la vuelta del parque está el centro cultural Tarahumara, conocida y reconocido.


De parque y lugares


Cada uno de los siguientes parques del municipio tiene su propio público, los cuales disfrutan de su arquitectura y de un espacio propicio, bien sea para el negocio, para deleite de la vista o generalmente para hacer mucho y no hacer nada, los principales parques de Itagüí son: parque del Barrio Simón Bolívar, Parque del Artista, parque principal, Parque del Obrero, parque el Brasil, parque San Pío, parque san francisco.


Para que no se diga que el deporte no hace parte de la cultura los escenarios deportivos de Itagüí son: el polideportivo Oscar López, la cancha intermunicipal, el estadio Metropolitano Ciudad de Itagüí, la pista Panamericana de Bicicross, entre otras placas que se encuentran en los barrios.


Los centros culturales por excelencia en Itagüí son: la escuela de Artes Eladio Vélez y la Casa de la Cultura, tendríamos que decir que la casa Ditaires pero esta ya es un salón de recepciones.